Tiempo después me llamó el capitán para algo muy importante, o al menos importante para él.
La urgencia por la que me llamaba era una damisela llamada Jane. El capitán pretendía sustituir a Elena por
Jane, aunque Elena hubiese muerto. Muchos pensarían que el capitán tomaba a su tripulación como a un
objeto, pero después de verla morir una y otra vez el corazón se convierte en una piedra. Jane utilizaba una gran espada a dos manos para luchar, juraría que la espada era mucho más larga que sus
brazos.
Esta vez el capitán nos mandó a cazar unos animales, de una isla desconocida (para variar). Parecía sencillo,
dos o tres animalejos y al barco. Pero el tamaño del dibujo no era par al de la realidad. Animales tan
grandes no se podrían llamar animales, sino monstruos. Un canguro de tres metros de altura, una hormiga
del tamaño de la Jack's, etc. Alan decía que con la sangre de aquellos monstruos se podrían curar millones
de heridos.
Por esa razón debíamos conseguir la sangre de esos monstruos, haciendo que perdieran la mínima o
nada,cosa fácil con una daga o una bala pero no con aquella espada..., Alan nos dijo que él se podía
encargar de extraer la sangre.
Una vez dentro de la isla, no fue difícil encontrar a esos animales, casi se podría decir que nos buscaban
ellos. Al final, Jane si llevaba un cuchillo y fue fácil matar a los animales sin que perdieran mucha sangre.
No tardemos ni tres horas en cazar los diez animales, pronto estaban todos en la cubierta del barco, y Alan
extrayéndoles la sangre de las heridas que Jane había hecho. Extrañamente yo sólo tuve que cargar animales, no me dio tiempo a herir a ninguno.Alan curó a muchos tripulantes con unos antídotos que había hecho con esa sangre.
Al día siguiente estuvimos en alta mar, nada del otro mundo, yo me dediqué a tallar en madera más balas para los pequeños trabucos.
Al mediodía o así Jane vino a hablar conmigo en mi camarote, a preguntarme sobre todo mi proyecto, se
podría crear otro trabuco exactamente igual a partir de toda la información que me sacó, pero no creo
que llegase a entenderme, aunque me sentó bien contar todo mi trabajo a alguien que no fuese yo mismo.
Me contó que escuchó a un soldado maldiciendo a un ladrón que le había robado el trabuco de su abuelo,
supongo que por eso estaba roto. Estuvimos un rato charlando, en un instante Jane se remangó el brazo y me enseño que tenía unos sarpullidos que según ella llevaban ya rato picándole. Corriendo, llamé a Alan que acudió en cuanto pudo.
- Nunca había visto nada como esto... ¿sabes desde cuándo lo tienes? - preguntó Alan
- Bueno... El brazo me pica desde anoche...
- ¿Te pica? Podría ser contacto con algo venenoso o que tu piel no tolera... Te aplicaré un bálsamo,
intenta no rascarte hasta mañana, y si te salen más manchas avisame cuanto antes.
- Entendido - respondió Jane - Adiós Jack, voy a dormir.
- Duerme bien - dije
Después de irse Jane, Alan me lanzó una sonrisa burlesca.
- ¿Qué pasa? - dije
- Oh, nada, solo que me gustaría saber que estaríais haciendo para descubrir las manchas...
- ¿Qué quieres decir?
- Sí, sí si se que me has entendido.
- No sé qué estás pensando, pero creo que no estás en lo cierto, Jane se estaba rascando el brazo y
cuando se fue a remangar descubrió esas manchas.
- Si, claro, claro, si yo te creo... - dijo entre carcajadas.
- Alan, no te pega ser así...
- Cierto, pero lo que pasa es que Virgil se ha atravesado por tercera vez el muslo hoy y estoy de muy buen
humor - dijo sonriendo - además a ti tampoco te pega que una dama así entre en tu camarote... De todas
formas voy a seguir curando a Virgil y enseguida iré a la cama...
Pronto me fui a dormir, estaba agotado, el barco se quedó en silencio poco después, pero pasadas unas
horas comencé a oír ruidos en la clínica de Alan, y después las voces de éste y la de Jane.
- ¿Desde cuándo notas las nuevas manchas? - preguntó Alan
- Hace un rato... me a comenzado a picar y entonces...
- Espera... ¿esta zona te pica? - interrumpió Alan
- No... un momento... ahora me pica...
No pude resistir la curiosidad y fui a la clínica de Alan:
- ¿Qué pasa?
- Parece que las manchas han aumentado en cantidad, mira, aquí está brotando una.
En el brazo salió una mancha roja y después unos pequeños granos en ésta.
- Te volveré a aplicar el bálsamo, espera... ¿qué te pasa en los ojos?
- No se...-respondió Jane
- Le tiemblan mucho los ojos... ¿acaso estás nerviosa? - dije
- No, estoy bastante tranquila.
- A ver... - dijo Alan abriéndole el ojo - ¿te escuece?
- No - respondió
- Tienes los ojos inyectados en sangre... Te los vendaré...- dijo Alan
- ¿Para qué es necesario vendarme los ojos?
- Para prevenir que la luz los dañe y se regeneren antes - respondió Alan
Acompañé a Jane a su camarote y me fui al mío, extrañamente la noche se pasó rápido. Al día siguiente
Alan vino a mi camarote.
- ¿Recuerdas si Jane tocó algo que no hubieras visto nunca? ¿Como una flor o un musgo? - me dijo
- No, es más, me dijo que tuviese cuidado con dónde ponía mi mano - contesté.
- Hmmm... entonces no comprendo como pudieron brotarle esas manchas...
- ¡Alan! ¡Ven rápido! - gritó de pronto Michael viniendo hacia nosotros.
- ¿Qué pasa? - dijo Alan
- ¡Es Virgil, esta lleno de unas manchas rojas horribles y no reacciona! - contestó
Corrimos rápido hacia la cubierta en busca de Virgil; cuando lleguemos Alan se sorprendió bastante al ver
las manchas, las cuales eran idénticas a las de Jane pero mucho mas grandes peores.
- Oye Alan, hay mucha más gente con esas manchas tienes que idear un antídoto cuanto antes...- dijo el
capitán Leonard.
Alan comenzó a extresarse, nunca le había visto así e intenté ayudarle un poco pero eso parecía agobiarle
aún más y traté de no estorbar... Casi todo el barco parecía estar infectado por esas manchas, algo que ni
a mí ni a Alan ni a Michael ni al capitán nos sucedía... Parecía que Alan no dormía, siempre tenía cola en su
consulta, tanto de noche como de día.
El barco se fue entristeciendo, ya no había esa alegría nocturna que siempre nos rodeaba... Extrañamente
llevaba demasiado tiempo sin ver a Jane, no sabía si preocuparme o si no, y tras un buen rato de reflexión
decidí entrar en su camarote.
- ¿Jane? ¿Estás ahí? - dije, pero no hubo respuesta.
Opté por adentrarme más, y descubrí a Jane tumbada en el suelo, en un principio pensé que dormida se
había caido de la cama y continuaba durmiendo, pero luego me di cuenta de que estaba en una posición
imposible de llegar desde la cama, asique decidí llevarla a la clínica de Alan.
Alan le echó un vistazo cuando pudo, dijo que probablemente estaría desmayada o algo pero que la
revisaría igualmente. Intentó despertarla, pero no lo consiguió y entonces... al tomarle el pulso...
Parecía que me habían caído 3 litros de mala suerte en la cabeza en el momento en el que me subí al
barco... Cuando Alan le tomó el pulso a Jane, la cabeza de esta se dobló y partió su médula espinal...Él dijo
que se suicidó por un espasmo nervioso que la llevó a la muerte, y yo le creí, no pretendía pelearme con
uno de los pocos amigos que tenía en el barco...
Poco a poco empezó a morir más gente, el barco disminuía en tripulación y Alan parecía más extresado que
nunca, parecía no encontrar cura para aquella epidemia... Pero entonces recordé algo... Ni yo ni el capitán
ni Alan ni Michael ni algunos más habían tocado la sangre de aquellos animales... En un principio solamente
la tocó Jane pero después Alan vacunó a gente con esta... No sabía si tenia razón o era solo mi
imaginación, pero aun así se lo comenté a Alan. Éste parecío sorprenderse con mi teoría, y revisó la vacuna
haciéndole unas pruebas bastante extrañas.
Al final yo tenía razón, y Alan creó un antídoto para salvar a los demás que quedaban vivos. Sobrevivimos;
el capitán, Virgil, Michael, yo (por supuesto), Alan, la cocinera y los defensores del capitán. El barco pasó
de sus 40 tripulantes a 12 ó 14... fue una gran baja.
Una historia imposible de explicar

Mas o menos sería asi el barco
martes, 23 de agosto de 2011
lunes, 15 de agosto de 2011
Cuarto capítulo: Depresión post mortem
No conocía mucho a Elena, pero su muerte me hizo mucho daño, había sacrificado su vida para salvarme... El capitán me dijo que no sufriera, que era normal que sacrificara su vida por mí, según él, era una mercenaria que sólo pensaba en su dinero.
- Capitán... no sé porqué pero siento que yo tengo toda la culpa...
- Jack, eso es muy normal, pero no sufras, se sacrificó porque quiso, ¿verdad?, tu no la obligaste en ningún momento.
- Lo sé capitán, pero...
- Tranquilo, te conseguiré otro ayudante, por ahora vete, porque necesito hablar con otros tripulantes un momento, no te preocupes más e intenta olvidar a Elena.- dijo el capitán finalizando la conversación, la verdad es que le iba a pedir un modo de olvidar pero pensó que tan solo necesitaba otro ayudante, ¿por quién me tomaría? Pero igualmente le di las gracias.
Salí del camarote y recordé que me quedaban pocas balas para el pequeño trabuco, asique tallé cerca veinte más de un trozo de madera que me dió Alan, que junto a las cinco o seis que me quedaban de la misión anterior habían suficientes para aguantar otra misión más. Tenía bastante más munición para la Jack's que para el pequeño asique si se agotaba la munición del pequeño utilizaría la Jack's, pero claro... utilizando la Jack's fué como murió Elena... Debía sacarme de la cabeza la muerte de Elena, almenos por un tiempo, mi salud dependía de ello.
Le pedí consejo a Alan, como siempre:
- Lo siento Jack, pero eso tienes que ser tu mismo, yo almenos hago más vendajes,
que nunca sobran - me dijo mientras le quitaba un vendaje a un tripulante para cambiárselo por uno limpio.
- Bueno... gracias de todos modos - Alan me sonrió como respuesta.
No satisfecho con aquel consejo le pregunté a Virgil, que acababa de despertarse de su siesta.
- Hmm... en realidad para mí es muy fácil olvidar cosas yo simplemente hablo con la gente... pero creo que se ha alistado alguien nuevo, si vas a conocerle tal vez olvides, o almenos no pierdes nada. - dijo bostezando de vez en cuando.
La verdad es que no recuerdo si se había despertando del todo, pero, aburrido, le hice caso. Revise toda la tripulación y ¡BINGO!, había alguien nuevo.
Me presenté y se presentó, se llamaba Michael, y teníamos bastantes cosas en común, parecía que nos conocíamos de toda la vida. Le pregunté si quería ser mi ayudante y me dijo "¿TU AYUDANTE? BUENO, LO QUE TU VEAS SIEMPRE Y CUANDO NO ME HAGAS IR ALANTE, NO ES POR NADA MALO SINO QUE TENGO UNA BALLESTA COMO ARMA". Que bien... parecía que nadie quería venir conmigo, pero los pocos espadachines que estaban dispuestos eran "LOS DEFENSORES DEL CAPITÁN" es decir, sus lapas. Michael y yo seguimos hablando durante toda la noche hasta que me dijo que tenía sueño y que se iba a dormir.
Estuve unos meses deprimido, no me conseguía olvidar de la cara de Elena cuando la lanza la atravesaba su estómago... Hasta que hallé la forma de olvidar... Virgil dijo la palabra clave, "INTENTA OLVIDAR HACIENDO ALGO QUE TE GUSTE"... Decidí intentar hacer mejoras en la Jack's y en los pequeños trabucos. Creé dos pequeñas bolsas para transportar los pequeños trabucos e hice más cómoda la cinta para transportar a la Jack's. Cuando me vine a dar cuenta había olvidado lo que tenía que olvidar.
- Capitán... no sé porqué pero siento que yo tengo toda la culpa...
- Jack, eso es muy normal, pero no sufras, se sacrificó porque quiso, ¿verdad?, tu no la obligaste en ningún momento.
- Lo sé capitán, pero...
- Tranquilo, te conseguiré otro ayudante, por ahora vete, porque necesito hablar con otros tripulantes un momento, no te preocupes más e intenta olvidar a Elena.- dijo el capitán finalizando la conversación, la verdad es que le iba a pedir un modo de olvidar pero pensó que tan solo necesitaba otro ayudante, ¿por quién me tomaría? Pero igualmente le di las gracias.
Salí del camarote y recordé que me quedaban pocas balas para el pequeño trabuco, asique tallé cerca veinte más de un trozo de madera que me dió Alan, que junto a las cinco o seis que me quedaban de la misión anterior habían suficientes para aguantar otra misión más. Tenía bastante más munición para la Jack's que para el pequeño asique si se agotaba la munición del pequeño utilizaría la Jack's, pero claro... utilizando la Jack's fué como murió Elena... Debía sacarme de la cabeza la muerte de Elena, almenos por un tiempo, mi salud dependía de ello.
Le pedí consejo a Alan, como siempre:
- Lo siento Jack, pero eso tienes que ser tu mismo, yo almenos hago más vendajes,
que nunca sobran - me dijo mientras le quitaba un vendaje a un tripulante para cambiárselo por uno limpio.
- Bueno... gracias de todos modos - Alan me sonrió como respuesta.
No satisfecho con aquel consejo le pregunté a Virgil, que acababa de despertarse de su siesta.
- Hmm... en realidad para mí es muy fácil olvidar cosas yo simplemente hablo con la gente... pero creo que se ha alistado alguien nuevo, si vas a conocerle tal vez olvides, o almenos no pierdes nada. - dijo bostezando de vez en cuando.
La verdad es que no recuerdo si se había despertando del todo, pero, aburrido, le hice caso. Revise toda la tripulación y ¡BINGO!, había alguien nuevo.
Me presenté y se presentó, se llamaba Michael, y teníamos bastantes cosas en común, parecía que nos conocíamos de toda la vida. Le pregunté si quería ser mi ayudante y me dijo "¿TU AYUDANTE? BUENO, LO QUE TU VEAS SIEMPRE Y CUANDO NO ME HAGAS IR ALANTE, NO ES POR NADA MALO SINO QUE TENGO UNA BALLESTA COMO ARMA". Que bien... parecía que nadie quería venir conmigo, pero los pocos espadachines que estaban dispuestos eran "LOS DEFENSORES DEL CAPITÁN" es decir, sus lapas. Michael y yo seguimos hablando durante toda la noche hasta que me dijo que tenía sueño y que se iba a dormir.
Estuve unos meses deprimido, no me conseguía olvidar de la cara de Elena cuando la lanza la atravesaba su estómago... Hasta que hallé la forma de olvidar... Virgil dijo la palabra clave, "INTENTA OLVIDAR HACIENDO ALGO QUE TE GUSTE"... Decidí intentar hacer mejoras en la Jack's y en los pequeños trabucos. Creé dos pequeñas bolsas para transportar los pequeños trabucos e hice más cómoda la cinta para transportar a la Jack's. Cuando me vine a dar cuenta había olvidado lo que tenía que olvidar.
lunes, 8 de agosto de 2011
Tercer capítulo: Por fin puedo salir
Cuando el capitán se enteró del funcionamiento del pequeño trabuco, me levantó el castigo de estar encerrado en el barco, y, por primera vez, se me presentó, "MI NOMBRE ES LEONARD, CAPITÁN LEONARD, PERO SI QUIERES TU PUEDES LLAMARME COMO QUIERAS". Le pedí que si podía podía conseguirme alguien que me ayudara, algún espadachín o algo por el estilo, por no tener a Virgil encima de mí siempre. Me dijo que lo intentaría, pero que no era fácil.
Cuando salí del camarote había una mujer con Virgil, yo normalmente llamo a las mujeres "Damas" pero ella se quedaba sólo en mujer; pelo rizado y atado con un pañuelo, pechos grandes y una ropa horrible... para qué seguir describiendo, era una prostituta sin duda alguna.
Miré a Virgil con cara de asco pero pareció no darse cuenta. Parecía no saber que esas mujeres me dan asco, una auténtica dama no muestra así sus "partes íntimas" no digo que vayan tapadas hasta la barbilla, pero enseñan su cuello y sólo algunas poco más.
Fuí a dar un paseo por cubierta y me encontré con Alan, pensativo, como siempre. Le conté lo del capitán y cómo había visto a Virgil, y me felicitó por lo del capitán y me dijo que no sólo Virgil era así, sino casi todo el barco, menos nosotros dos y el capitán.
-¿Llevas aquí casi dos años y medio y no sabes cómo es Virgil? Que él no sepa cómo eres tú bueno, pero tú... me he fijado de que eres muy observador.
- Vale que soy observador, pero no me fijo en todo eso, últimamente sólo pienso en cuando el capitán me enviará a alguna misión.
- ¿Alguna misión? ¿Ya te ha levantado el "encarcelamiento" del que me hablaste?
- Si, le he pedido que me consiga un ayudante, ya veremos que me consigue...
Enseguida era ya de noche y nos pusimos a cenar. Aquella noche la cocinera no se esforzó mucho que digamos, la comida no era muy fuerte y pronto todo el barco se fue durmiendo poco a poco.
Al siguiente día el capitán se acercó a mí y me dijo que me había buscado un ayudante. Me la presentó, se llamaba Elena, llevaba una daga y un arco, dudé mucho que me ayudase puesto que parecía que prefería usar el arco a la daga.
Leonard nos mandó una misión, debíamos investigar una isla desconocida, que casualidad.
Comencemos a rodear la isla, que era más pequeña que la primera que visité yo. Elena iba delante de mí daga en mano, y yo más atrás, con los pequeños trabucos preparados para disparar.
De pronto tres indígenas isleños salieron como de la nada, armados con lanzas y hachas primitivas. En ese momento me fié más de Elena, dominaba aquella pequeña daga como si hubiese nacido para llevarla, daba la impresión de que volaba con las piruetas que hacía cada dos por tres.
El pequeño trabuco funcionaba bien pero no me dejaban dar en el blanco, asique decidí avisar a Elena de que iba a sacar la Jack's. Le dí al segundo indígena pero no encontraba por ningún lado al tercero. De pronto, Elena saltó hacia mí para protegerme del indígena que estaba justo detrás de mí, ya estaba herida antes de saltar pero después de darle una ultima cuchillada el indígena le atravesó el estómago con la lanza.
Llevando en brazos a Elena salí corriendo hacia el barco. Cuando llegué la dejé en la consulta de Alan, pero era demasiado tarde... Alan afirmó que la herida era mortal y que llevaba minutos muerta.
Cuando salí del camarote había una mujer con Virgil, yo normalmente llamo a las mujeres "Damas" pero ella se quedaba sólo en mujer; pelo rizado y atado con un pañuelo, pechos grandes y una ropa horrible... para qué seguir describiendo, era una prostituta sin duda alguna.
Miré a Virgil con cara de asco pero pareció no darse cuenta. Parecía no saber que esas mujeres me dan asco, una auténtica dama no muestra así sus "partes íntimas" no digo que vayan tapadas hasta la barbilla, pero enseñan su cuello y sólo algunas poco más.
Fuí a dar un paseo por cubierta y me encontré con Alan, pensativo, como siempre. Le conté lo del capitán y cómo había visto a Virgil, y me felicitó por lo del capitán y me dijo que no sólo Virgil era así, sino casi todo el barco, menos nosotros dos y el capitán.
-¿Llevas aquí casi dos años y medio y no sabes cómo es Virgil? Que él no sepa cómo eres tú bueno, pero tú... me he fijado de que eres muy observador.
- Vale que soy observador, pero no me fijo en todo eso, últimamente sólo pienso en cuando el capitán me enviará a alguna misión.
- ¿Alguna misión? ¿Ya te ha levantado el "encarcelamiento" del que me hablaste?
- Si, le he pedido que me consiga un ayudante, ya veremos que me consigue...
Enseguida era ya de noche y nos pusimos a cenar. Aquella noche la cocinera no se esforzó mucho que digamos, la comida no era muy fuerte y pronto todo el barco se fue durmiendo poco a poco.
Al siguiente día el capitán se acercó a mí y me dijo que me había buscado un ayudante. Me la presentó, se llamaba Elena, llevaba una daga y un arco, dudé mucho que me ayudase puesto que parecía que prefería usar el arco a la daga.
Leonard nos mandó una misión, debíamos investigar una isla desconocida, que casualidad.
Comencemos a rodear la isla, que era más pequeña que la primera que visité yo. Elena iba delante de mí daga en mano, y yo más atrás, con los pequeños trabucos preparados para disparar.
De pronto tres indígenas isleños salieron como de la nada, armados con lanzas y hachas primitivas. En ese momento me fié más de Elena, dominaba aquella pequeña daga como si hubiese nacido para llevarla, daba la impresión de que volaba con las piruetas que hacía cada dos por tres.
El pequeño trabuco funcionaba bien pero no me dejaban dar en el blanco, asique decidí avisar a Elena de que iba a sacar la Jack's. Le dí al segundo indígena pero no encontraba por ningún lado al tercero. De pronto, Elena saltó hacia mí para protegerme del indígena que estaba justo detrás de mí, ya estaba herida antes de saltar pero después de darle una ultima cuchillada el indígena le atravesó el estómago con la lanza.
Llevando en brazos a Elena salí corriendo hacia el barco. Cuando llegué la dejé en la consulta de Alan, pero era demasiado tarde... Alan afirmó que la herida era mortal y que llevaba minutos muerta.
viernes, 5 de agosto de 2011
Segundo Capítulo: Encarcelado en el barco, ¿es esto justo?
Al día siguiente Alan estaba siempre encima mio, aplicando presión en las heridas y diciendo lo típico de "¿TE DUELE?" y mi respuesta era un capón con la mano buena. Él y yo eramos los más jovenes del barco y yo aprovechaba ser mayor que él.
Con el tiempo se me fueron curando las heridas, y Alan empezó a quitarme vendajes y a dejarme con sólo lo necesario para que la herida siguiese curándose. Era sorprendente que un muchacho de 18 años supiera curar heridas con esa habilidad, nunca había visto un médico como el, ni los más ancianos llegaban a saber tanto.
Dias después del accidente, el capitán me dijo que hasta que no supiese luchar o defenderme no me permitiría salir del barco para nada, ni un solo abordaje, ni un solo paseo... decía que no permitiría ninguna baja en su tripulación y que era difícil encontrarme un sustituto; no sabía que creer si era aquella razón verdadera o que simplemente lo hacía por su orgullo.
Puesto mi encarcelamiento en el barco, aproveché para avanzar el proyecto del trabuco pequeño, que me serviría de arma definitiva. Tardé cuatro meses en finalizar los planos, como ya he dicho antes necesitaba más práctica y maña que con la Jack's. El montaje fue difícil e incluso arriesgado, solo poner una pieza en un mal sitio, el trabuco podría estallar al usarlo. Me había sobrado un metro del cañón de la Jack's que aproveché en el nuevo arma. En uno de los puertos en los que paremos mandé a Virgil a que me trajera madera, uno o dos tablones. Pero lo verdaderamente dificil de encontrar o crear eran las balas y las piezas más pequeñas. Con la Jack's no tuve ese problema puesto que las piezas eran mucho mas grandes las balas eran las de cualquier trabuco común.
En el montaje tardé muchísimo mas, puesto que aparte del arma también tenía que hacer otras cosas, como reparar las espadas y sables de la tripulación y limpiar y mantener la cubierta y el camarote de mi capitán, que no eran exactamente lo más sencillo del barco.
Todas las noches cantábamos y bebíamos en la cubierta, la libertad nos mantenía felices, bueno a la tripulación, porque lo mío no se podia llamar libertad. Un barco entero de hombres, excepto la cocinera, sin mujeres perfeccionistas ni nadie que nos frenara ante la locura de la libertad.
Seguí montando a "La peke", como llamaba Virgil al trabuco pequeño, la construcción se basaba en ir poniendo piezas como en el trabuco grande, simplemente comparando. Diseñé también un sistema para que las balas se pudieran almacenar pero aún debía crear las balas, ya había fijado su tamaño, pero no sabía como obtenerlas, ningún hueso, ninguna roca y ningún solo fruto tenia esa forma y ese tamaño tan precisos. Virgil me dijo que con la madera sobrante las tallara por mi mismo y lo intenté, pero en muchas me pasaba y salían demasiado pequeñas, el pequeño trabuco parecía funcionar, pero no me quería arriesgar a probarlo con aquellas balas de madera.
Hablando una noche con Alan, me explicó que las mejores vendas se hacían con una planta que servía de veneno para matar animales pequeños, pero que secas y cosidas formando una venda curaban mejor que ninguna otra, y que sino me quería fiar de las balas, que hiciera un trabuco igual para probar, y eso hice. Tardé dos semanas en las que no faltó la curiosidad de si funcionaría.
Por fín llegó el día, esta vez no reuní a toda la tripulación, sino sólo a Virgil que estaba herido y se quedó conmigo durante una expedición. Le habían atravesado el muslo, y si no llega a ser por Alan, podría haberse quedado cojo de por vida. Hicimos el mismo ritual que con la Jack's, pintemos dianas en unos platos viejos y los pusimos en fila.
Esta vez no había barricada ni protector en el brazo, pero la bala de madera funcionó imitando a la de la Jack's, asique decidí usar el segundo trabuco junto al primero para tener mas disparos en menos tiempo. Virgil se emocionó muchísimo, no se si fué por que no tendría que preocuparse mas por mí, porque yo había conseguido un arma o porque se le acababa de dormir la pierna, enserio.
La verdad es que Virgil es un tanto exagerado, cuando se enfada, parece que quiere descuartizar a todo el barco y comérselo crudo, cuando se aburre, me desespera a mí, luego a Alan y después a todo el barco, lo raro es que nunca consigue desesperar al capitán; y cuando esta triste, no es que llore, solo se sienta de cara a una pared y se queda inmóvil horas y horas. Pero sin duda lo más exagerado es cuando está contento, cosa que se duplica cuando está borracho, grita el motivo de su felicidad sin importarle quién tenga delante, me levanta por los aires junto a Alan y si esque puede, junto a dos o tres tripulantes más, es lo malo de que sea tan fuerte...
Con el tiempo se me fueron curando las heridas, y Alan empezó a quitarme vendajes y a dejarme con sólo lo necesario para que la herida siguiese curándose. Era sorprendente que un muchacho de 18 años supiera curar heridas con esa habilidad, nunca había visto un médico como el, ni los más ancianos llegaban a saber tanto.
Dias después del accidente, el capitán me dijo que hasta que no supiese luchar o defenderme no me permitiría salir del barco para nada, ni un solo abordaje, ni un solo paseo... decía que no permitiría ninguna baja en su tripulación y que era difícil encontrarme un sustituto; no sabía que creer si era aquella razón verdadera o que simplemente lo hacía por su orgullo.
Puesto mi encarcelamiento en el barco, aproveché para avanzar el proyecto del trabuco pequeño, que me serviría de arma definitiva. Tardé cuatro meses en finalizar los planos, como ya he dicho antes necesitaba más práctica y maña que con la Jack's. El montaje fue difícil e incluso arriesgado, solo poner una pieza en un mal sitio, el trabuco podría estallar al usarlo. Me había sobrado un metro del cañón de la Jack's que aproveché en el nuevo arma. En uno de los puertos en los que paremos mandé a Virgil a que me trajera madera, uno o dos tablones. Pero lo verdaderamente dificil de encontrar o crear eran las balas y las piezas más pequeñas. Con la Jack's no tuve ese problema puesto que las piezas eran mucho mas grandes las balas eran las de cualquier trabuco común.
En el montaje tardé muchísimo mas, puesto que aparte del arma también tenía que hacer otras cosas, como reparar las espadas y sables de la tripulación y limpiar y mantener la cubierta y el camarote de mi capitán, que no eran exactamente lo más sencillo del barco.
Todas las noches cantábamos y bebíamos en la cubierta, la libertad nos mantenía felices, bueno a la tripulación, porque lo mío no se podia llamar libertad. Un barco entero de hombres, excepto la cocinera, sin mujeres perfeccionistas ni nadie que nos frenara ante la locura de la libertad.
Seguí montando a "La peke", como llamaba Virgil al trabuco pequeño, la construcción se basaba en ir poniendo piezas como en el trabuco grande, simplemente comparando. Diseñé también un sistema para que las balas se pudieran almacenar pero aún debía crear las balas, ya había fijado su tamaño, pero no sabía como obtenerlas, ningún hueso, ninguna roca y ningún solo fruto tenia esa forma y ese tamaño tan precisos. Virgil me dijo que con la madera sobrante las tallara por mi mismo y lo intenté, pero en muchas me pasaba y salían demasiado pequeñas, el pequeño trabuco parecía funcionar, pero no me quería arriesgar a probarlo con aquellas balas de madera.
Hablando una noche con Alan, me explicó que las mejores vendas se hacían con una planta que servía de veneno para matar animales pequeños, pero que secas y cosidas formando una venda curaban mejor que ninguna otra, y que sino me quería fiar de las balas, que hiciera un trabuco igual para probar, y eso hice. Tardé dos semanas en las que no faltó la curiosidad de si funcionaría.
Por fín llegó el día, esta vez no reuní a toda la tripulación, sino sólo a Virgil que estaba herido y se quedó conmigo durante una expedición. Le habían atravesado el muslo, y si no llega a ser por Alan, podría haberse quedado cojo de por vida. Hicimos el mismo ritual que con la Jack's, pintemos dianas en unos platos viejos y los pusimos en fila.
Esta vez no había barricada ni protector en el brazo, pero la bala de madera funcionó imitando a la de la Jack's, asique decidí usar el segundo trabuco junto al primero para tener mas disparos en menos tiempo. Virgil se emocionó muchísimo, no se si fué por que no tendría que preocuparse mas por mí, porque yo había conseguido un arma o porque se le acababa de dormir la pierna, enserio.
La verdad es que Virgil es un tanto exagerado, cuando se enfada, parece que quiere descuartizar a todo el barco y comérselo crudo, cuando se aburre, me desespera a mí, luego a Alan y después a todo el barco, lo raro es que nunca consigue desesperar al capitán; y cuando esta triste, no es que llore, solo se sienta de cara a una pared y se queda inmóvil horas y horas. Pero sin duda lo más exagerado es cuando está contento, cosa que se duplica cuando está borracho, grita el motivo de su felicidad sin importarle quién tenga delante, me levanta por los aires junto a Alan y si esque puede, junto a dos o tres tripulantes más, es lo malo de que sea tan fuerte...
Primer capítulo: Un proyecto, un sueño
Me acababa de alistar en un nuevo barco, me daba igual que fuese pirata, no me importaba lo que dijeran de mí, ya que solo pensaba en mi proyecto, investigación o como quiera que se llame.
Nadie había visto algo así antes, a partir de un trabuco había podido desarrollar otras armas de fuego, un modelo más pequeño pero mucho más rápido tanto en disparo como en recarga y otro modelo más grande, igual de lento que el trabuco en disparo pero com muchísima mas fuerza y una mejor puntería.
Uno o dos tripulantes se sintieron interesados en mi proyecto, no se si era para robarme la idea o quizás para ayudarme, pero no lograron que me fiase de ellos en ningún momento, el capitán no parecía darse cuenta de que un simple pueblerino que le había robado un trabuco roto a la guardia real sin bala alguna formaba parte de su tripulación, un simple pueblerino sin ningún conocimiento sobre las armas de fuego, aparentemente.
No me importaba si estábamos en alta mar, anclados o hasta en pleno abordaje, yo solo pensaba en mi proyecto. Más de una vez, Virgil, uno de los mejores espadachines de barco, se había cabreado conmigo por no dar ni una sola vez con la daga que el siempre me prestaba, pero ¿qué se le iba a hacer?, si se pudiese abrir mi cabeza, en mi cerebro habría escrito en todos lados "PROYECTO" y no "DAR CON LA DAGA EN EL ENEMIGO".
De cualquier modo, no atacábamos muchos barcos en alta mar, de modo que aproveché esos momentos para avanzar mi investigación. En poco tiempo finalicé el trabuco grande al que bauticé como "La Jack's", pensando en cómo la iba a firmar. Diseñé una cinta para transportar la Jack's, me la cruzaba en la espalda yno me molestaba para nada ni aunque midiese cerca de un metro, o como diría el capitán, "siete palmos".
Yo sabía lo que la tripulación pensaba de la Jack's, que si no iba a funcionar, que yo sólamente había unido un trozo de madera a una tubería... Pero no me importaba, yo sabía que iba a funcionar, había analizado por completo el trabuco roto de la guardia real y solamente tenía roto el gatillo.
Virgi y el médico del barco, Alan, decidieron ayudarme a probar la Jack's, pintando dianas en unos viejos platos. Ellos dos eran los únicos que me creían, bueno, y la cocinera del barco, que no me caía del todo bien.
Entre Virgil y la cocinera pusieron los platos en fila y Alan me preparó una protección para mis brazos por si algo salía mal. Me aseguró que no era que no confiara en la Jack's, sino que más valía prevenir. Alan también se aseguró de poner a salvo a toda la tripulación, sobre todo al capitán, el que menos creía en mí y en la Jack's.
Me arrodillé, me dejé caer en la barricada que previamente me había preparado Virgil, apunté, sentía la presión de todos y su aburrimiento, sentía la emoción de la cocinera y las ganas de dormir del capitán... Disparé.
La bala salió, golpeó el plato, lo atravesó y éste se hizo añicos. Virgil sonrió, Alan se quedó pensativo y el capitán y el resto de la tripulación se quedaron sorprendidos.
Tiempo después, todos empezaban a mostrarme algo de respeto y la Jack's estaba en boca de toda la tripulación; pero mi proyecto no acababa ahí. Aún no habia montado el trabuco pequeño, que era más complicado, necesitaba más maña y práctica. Solamente había montado un trabuco, pero no me pensaba rendir...
Había visto ya medio mundo; damas, condes, reyes, nobles, aldeanos, ladrones, prostitutas, asesinos y todas las demás clases sociales eran conocidas para mí, un pirata inventor como me llamaba Virgil.
Ya llevaba casi dos años en ese barco cuando al capitán se le ocurrió la gran idea de que yo rodease una isla desconocida para el barco para poder completar el mapa de ese mar. Yo, iluso de mí, acepté sin demora.
Me bajé del barco, Virgil me prestó, como siempre, su pequeña daga; y Alan me dió unos cuan tos vendajes y una nota en la que ponía claramente "MÁS VALE PREVENIR...", la forma de decir "¡CUÍDATE!" de Alan.
Les dí las gracias a ambos y partí a mi aventura, que luego quedo en algo asi como locura. Me metí en la frondosa arboleda y rodeé la isla sin separarme nunca de la playa. Descubrí un pequeño poblado pero no me acerqué en ningún momento para no llamar la atención de sus gentes. Cuando volvía al barco Virgil me miró muy serio y me hizo una mirada para que me parase. Notaba presión en el lado izquierdo del pecho, me giré y descubrí dos flechas que me atravesaban el brazo y el lado izquierdo del tronco de lado a lado y caí rendido al suelo tras ver la sangre que de aquello brotaba. No tuve tiempo de preparar la Jack's...
Cuando pude abrir los ojos, me dí cuenta de que estaba suspendido en el aire, un tipo enorme me mantenía sujeto por el cuello, jugando con las flechas que mantenian mi herida abierta para que ésta se infectara. Un grito me vino de lo profundo, podria haberse oído en toda la isla perfectamente, entonces aquel tipo me lanzó al suelo y me apuntó con la Jack's a la cual le había preparado un pequeño punzón para "emergencias", cómo no... Cuando pensaba que me encontraba en mi lecho de muerte oí la voz de mi capitán gritando "¡OYE MÉTETE CON ALGUIEN DE TU TAMAÑO PEDAZO DE OSO!" no supe como tomarme aquello pero me alegró oir su voz.
Toda la tripulación alejó a esas gentes que rodeaban al tipo enorme de mí y entonces Alan se me acercó a hurtadillas. "TRANQUILO, HE LLEGADO A TIEMPO NO VAS A MORIR, PERO ESTO TE VA A DOLER UN POCO" Alan arrancó de golpe las dos flechas y puso una gasa en cada una instantaneamente. La verda que aquello no dolió exactamente poco pero estaba tan mal que no tuve fuerzas para gritar.
Nadie había visto algo así antes, a partir de un trabuco había podido desarrollar otras armas de fuego, un modelo más pequeño pero mucho más rápido tanto en disparo como en recarga y otro modelo más grande, igual de lento que el trabuco en disparo pero com muchísima mas fuerza y una mejor puntería.
Uno o dos tripulantes se sintieron interesados en mi proyecto, no se si era para robarme la idea o quizás para ayudarme, pero no lograron que me fiase de ellos en ningún momento, el capitán no parecía darse cuenta de que un simple pueblerino que le había robado un trabuco roto a la guardia real sin bala alguna formaba parte de su tripulación, un simple pueblerino sin ningún conocimiento sobre las armas de fuego, aparentemente.
No me importaba si estábamos en alta mar, anclados o hasta en pleno abordaje, yo solo pensaba en mi proyecto. Más de una vez, Virgil, uno de los mejores espadachines de barco, se había cabreado conmigo por no dar ni una sola vez con la daga que el siempre me prestaba, pero ¿qué se le iba a hacer?, si se pudiese abrir mi cabeza, en mi cerebro habría escrito en todos lados "PROYECTO" y no "DAR CON LA DAGA EN EL ENEMIGO".
De cualquier modo, no atacábamos muchos barcos en alta mar, de modo que aproveché esos momentos para avanzar mi investigación. En poco tiempo finalicé el trabuco grande al que bauticé como "La Jack's", pensando en cómo la iba a firmar. Diseñé una cinta para transportar la Jack's, me la cruzaba en la espalda yno me molestaba para nada ni aunque midiese cerca de un metro, o como diría el capitán, "siete palmos".
Yo sabía lo que la tripulación pensaba de la Jack's, que si no iba a funcionar, que yo sólamente había unido un trozo de madera a una tubería... Pero no me importaba, yo sabía que iba a funcionar, había analizado por completo el trabuco roto de la guardia real y solamente tenía roto el gatillo.
Virgi y el médico del barco, Alan, decidieron ayudarme a probar la Jack's, pintando dianas en unos viejos platos. Ellos dos eran los únicos que me creían, bueno, y la cocinera del barco, que no me caía del todo bien.
Entre Virgil y la cocinera pusieron los platos en fila y Alan me preparó una protección para mis brazos por si algo salía mal. Me aseguró que no era que no confiara en la Jack's, sino que más valía prevenir. Alan también se aseguró de poner a salvo a toda la tripulación, sobre todo al capitán, el que menos creía en mí y en la Jack's.
Me arrodillé, me dejé caer en la barricada que previamente me había preparado Virgil, apunté, sentía la presión de todos y su aburrimiento, sentía la emoción de la cocinera y las ganas de dormir del capitán... Disparé.
La bala salió, golpeó el plato, lo atravesó y éste se hizo añicos. Virgil sonrió, Alan se quedó pensativo y el capitán y el resto de la tripulación se quedaron sorprendidos.
Tiempo después, todos empezaban a mostrarme algo de respeto y la Jack's estaba en boca de toda la tripulación; pero mi proyecto no acababa ahí. Aún no habia montado el trabuco pequeño, que era más complicado, necesitaba más maña y práctica. Solamente había montado un trabuco, pero no me pensaba rendir...
Había visto ya medio mundo; damas, condes, reyes, nobles, aldeanos, ladrones, prostitutas, asesinos y todas las demás clases sociales eran conocidas para mí, un pirata inventor como me llamaba Virgil.
Ya llevaba casi dos años en ese barco cuando al capitán se le ocurrió la gran idea de que yo rodease una isla desconocida para el barco para poder completar el mapa de ese mar. Yo, iluso de mí, acepté sin demora.
Me bajé del barco, Virgil me prestó, como siempre, su pequeña daga; y Alan me dió unos cuan tos vendajes y una nota en la que ponía claramente "MÁS VALE PREVENIR...", la forma de decir "¡CUÍDATE!" de Alan.
Les dí las gracias a ambos y partí a mi aventura, que luego quedo en algo asi como locura. Me metí en la frondosa arboleda y rodeé la isla sin separarme nunca de la playa. Descubrí un pequeño poblado pero no me acerqué en ningún momento para no llamar la atención de sus gentes. Cuando volvía al barco Virgil me miró muy serio y me hizo una mirada para que me parase. Notaba presión en el lado izquierdo del pecho, me giré y descubrí dos flechas que me atravesaban el brazo y el lado izquierdo del tronco de lado a lado y caí rendido al suelo tras ver la sangre que de aquello brotaba. No tuve tiempo de preparar la Jack's...
Cuando pude abrir los ojos, me dí cuenta de que estaba suspendido en el aire, un tipo enorme me mantenía sujeto por el cuello, jugando con las flechas que mantenian mi herida abierta para que ésta se infectara. Un grito me vino de lo profundo, podria haberse oído en toda la isla perfectamente, entonces aquel tipo me lanzó al suelo y me apuntó con la Jack's a la cual le había preparado un pequeño punzón para "emergencias", cómo no... Cuando pensaba que me encontraba en mi lecho de muerte oí la voz de mi capitán gritando "¡OYE MÉTETE CON ALGUIEN DE TU TAMAÑO PEDAZO DE OSO!" no supe como tomarme aquello pero me alegró oir su voz.
Toda la tripulación alejó a esas gentes que rodeaban al tipo enorme de mí y entonces Alan se me acercó a hurtadillas. "TRANQUILO, HE LLEGADO A TIEMPO NO VAS A MORIR, PERO ESTO TE VA A DOLER UN POCO" Alan arrancó de golpe las dos flechas y puso una gasa en cada una instantaneamente. La verda que aquello no dolió exactamente poco pero estaba tan mal que no tuve fuerzas para gritar.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)